jueves, 8 de septiembre de 2011

Artículo de opinión de Benjamín Prado, hoy, en "El país"

La educación es lo que queda después de olvidar todo lo que se ha aprendido en el colegio, decía Einstein, y por eso algunas personas saben sumar dos más dos y leer pero no saben comportarse. Y algo aún peor: son fáciles de manejar, se les engaña a granel y se les caza disparando al bulto. Personas que viven como si solo sobreviviesen y que, más o menos cada cuatro años, se acercan a una urna de cristal y votan a favor o en contra de un partido político sin sospechar que la democracia no consiste en escoger, sino en decidir. El ataque despiadado contra la educación pública que están llevando a cabo los gobiernos autónomos de Madrid, Galicia, Navarra, Castilla-La Mancha y Cataluña tiene ese objetivo final: formar ciudadanos dóciles y volver a construir la pirámide que tanto tiempo había llevado derrumbar, arriba, en las escuelas y las universidades de pago, los ricos de hoy y futuros dirigentes de mañana; y abajo, todos los demás. Les das la expresión seres humanos y a la primera le desordenan todas las letras, a la otra le quitan dos y lo que queda es lo que esperan de nosotros, reses y manos, unas para cargar las piedras y otras para ir levantando el muro.

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